Pero podemos ir más lejos. La Sevilla de antes, la que es escuela de dicha costalería, a confundido a algún que otro costalero, que no ha leído demasiado el porqué han formado parte de la tradición, dichas formas de colocarse la ropa en la ciudad hispalense. Cada vez más, se ven en nuestra Granada los llamados “Pintureros”. Trabajadores que se remangan los pantalones hasta las pantorrillas para no pasar demasiado calor, (por poner algo) sin conocer que en la Sevilla de la que antes hablábamos, esta forma de llevar los calzones se exigía a todos los costaleros asalariados, porque era la manera de comprobar quien trabajaba debajo de los pasos y aquel que no lo hacía. Si los gemelos estaban en tensión, contraídos, indicaba que el costalero cargaba lo adecuado. Hablo también de las formas de colocación del costal, cuya utilización ha cambiado sus funciones completamente, en lugar de estar pensada en detener y restar el posible sudor que se produce en la frente y evitar que caiga a los ojos debido al trabajo realizado, así como fruncir el costal debajo de las cejas como mejor sujeción, añadimos nuevas funciones a este trapo sacro, como el de producir ceguera momentánea y tortícolis considerables.
A eso se suman las nuevas modas, de calcetines variados (curiosamente lo único textil, junto con las zapatillas, que se deja ver en el hacer costalero). De lo más variopintos, desde el español, que es español y tiene que proclamarlo en procesión, porque el resto de días le es más difícil, exhibirse de ese modo por al calle (yo también grito que soy de este país, aunque considero que mejor visto mi bandera en otro momento) hasta el que borda su nombre con hilo fino, para ser fácilmente identificable.
El caso es que dentro de lo funcional, cómodo y estéticamente correcto, el costalero tiene muchas opciones de tener identidad propia dentro de lo que podemos llamar la ropa del costalero, pero como se dice popularmente SIN DAR EL CANTE.
1 comentario:
Hay una frase que la dijo Antonio Santiago...con la que estoy totalmente deacuerdo, que simplificaría una de las partes de la gran reflexión realizada.
«Hay muchos costaleros que se creen protagonistas y esto no es un deporte sacro; es pasear a Dios y a su Bendita Madre por las calles, es algo anónimo y colectivo».
Un beso ratona.
María Hernández Jiménez
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