miércoles, 24 de julio de 2013

“EL CAPATAZ” José Carlos Inés Pleguezuelos

Confundí o no (según se mire) durante mucho tiempo su apellido, a pesar de que el suyo lo dice todo... porque Carlos Inés solo hay uno en Granada (literal y real) y es “EL CAPATAZ”. Dotado de carisma, humildad, personalidad, llaneza, empatía y honestidad, fue capaz durante su mandato de hacer fácil, lo difícil, de enmarcar a la cuadrilla de la Cena como la más numerosa de cuantas pudiera haber en la ciudad hasta el momento.

Martillo y costalería eran una misma cosa para él y hablo con conocimiento de causa... En mi memoria, está presente, el recuerdo de los ensayos previos a la salida realizada el día del Corpus Christi. Como aprendiz de todo lo referido al costal y a la fisioterapia llegue a ésta cuadrilla, en primer lugar porque mi inquietud profesional y devocional, me llevaba a cada ensayo, para aprender desde la práctica y entre otras muchas, porque este hombre me llamaba poderosamente la atención. Me parecía que en el difícil mundo de la técnica del costal, viciada por la ciudad hispalense, y mal aprendida en la alhambreña, mostraba a cada paso la capacidad de reconocer y enmendar esos pequeños errores, de los que todas las cuadrillas que se iniciaban en este proceso sufrían y con todo eso, su perfección conducía a la acción y esto al cambio, aún así...no me cansaré de decirlo... “Las mejores ropas, siempre se vieron en la Cena”.
Marcó un estilo propio (mejo o peor, pero propio), creó distinción en el barrio del Realejo, consiguió inspirar a cuantos le rodeaban con el objeto de sacar lo mejor de ellos y sus habilidades comunicativas (porque habla poco, pero cuando habla, sienta cátedra), lo hacían un hombre cercano y sin alardes ni aspavientos, él hablaba y todo escuchaban sin más. Mi perplejidad era patente, por la atención que prestaban sus costaleros, por las lecciones litúrgicas que contenían todas y cada una de las frase que pronunciaba y por la seriedad con la que entendía su trabajo, su devoción.

Me consta que el protagonismo, lo quiere para el Señor de la Cena, de modo que se encargó de entrar y salir con prudencia y discreción, es más, de los muy pocos que se suman a las filas bajo el anonimato de un capirote. La afonía le ha echo grande, porque su labor intachable ha sido hablada y valorada, por otros.

Hace tiempo, aprendí algo de él, para mi muy valiosos: hablar de nosotros, es más importante que hablar de mi, o hablar de “yo”.

Es curioso, pero no tuve la suerte durante su mandato de conocerlo en persona. Hasta hace pocos meses que por casualidad alguien se chivo de mi opinión acerca de él. Hoy puedo decir que su capatacía, decía todo de cuanto es como persona y que su mujer a la que mando un beso enorme desde aquí, le doy mi enhorabuena, por sobrevivir a un alto club de fans encubierto, que se dejaba ver cada año a las puertas de Santo Domingo, o entrada a Catedral (un guiño, María Jesús) y en este caso mucho me temo, que era por otras cuestiones más estéticas que profesionales.

*Tienes que dejarte fotografiar más, Carlos. Porque no he encontrado nada adecuado para la entrada al blog.

*Existen otros muy buenos capataces en Granada... Que conste que también lo pienso

martes, 23 de julio de 2013

COSTALERAS

El primer aplauso, se pierde en el despejado espacio que deja entre ver su imagen. El crucificado al que hoy le rezan sus vecinos de Cruz de Lagos, se alza un año más, golpeado previamente por las inclemencias del tiempo, que a modo de lluvia, ponen a prueba la resistencia artística de dicha imagen.

Al mismo tiempo, treinta y seis personas aguardan protegidas bajo un faldón, lleno de amor. La talla, en este caso del respiradero derecho deja entre la plata, enfocar la mirada para no perder detalle. La persona que ocupa el zanco del mismo lado, asoma la cabeza discretamente en la todavía intimidad del recinto, para ver alejarse el escaso dorado que le permite su vista y las que ocupan la delantera del paso, susurran que el Señor de la Lanzada está en la calle. El resto, se conforma con la magia de otro sentido, con el que somos capaces de imaginar la grandeza del acto; es nuestro oído en este caso, el encargado de contarnos la historia que comienza....

Salida del Palio de la Caridad...Martes Santo 2013

La primera levantá implica la tensión del momento y fuertemente se alza al cielo, provocando el primer sonido del “palio rojo” (este año sí), aludiendo a la sangre que brota del costado del Señor. El golpe de varal con la cañonera y el eco que se produce entre las maderas, impresiona a muchos que creen haber escuchado bien, la voz del capataz dirigiéndose hacia una mujer y no correspondiendo dicha fuerza con el género.

¡Y si!, son mujeres costaleras, caderas entalladas que inevitablemente marcan la cintura de una fémina bien fajada, al cuello una medalla y la coquetería siempre patente en forma de pulsera, con una frase muy característica de esta cuadrilla: “Costaleras de tu Caridad”, el paso elegante a la par que contenido, de una pelvis cuya morfología está diseñada para lo más bello, dar vida y la devoción por bandera, como no podía ser de otra manera, a la Madre de Dios.
La derecha por igual, es la primera orden bajo los toscos toldos blancos que protegen al paso, al compás de una mecía musical bambalina y varal, hasta encuadrar los cuatro zancos delante del barrio.

La voz de mando lo tiene claro: “Señoras, ¡vamos a repartir Caridad!”.

Estampa inusual que contrasta con el recuerdo melancólico del enlutado color negro con el que se dejaba ver esta imagen años antes. Cromatismo actual, que identifica a la advocación como la más importante virtud teologal y que engrandece de forma estética un proyecto que empieza a verse en su globalidad.

Da comienzo el ritual de sentimientos, que a lo largo de catorce años (los que llevo perteneciendo a esta cuadrilla, y hablo de experiencias personales) se ha tejido cuidadosamente en esas benditas trabajaderas. Auténticas ceremonias del esfuerzo, con adosados hombros y vecinas fuerzas; silencios que han hablado por sí solos, omisión del trabajo bien hecho, frases que quedaran para la historia, porque la cuadrilla de las ratonas al menos, tienen bien aprendido que “La fe no pesa”. Admiran de sobra la penitencia de la mantilla, pero se niegan a renunciar a sus fajas y a sus zapatillas, (frase mítica del pregón del costalero, pronunciado por una apasionada de su Virgen). Y no se olvidan que “Por Ella y con ella siempre”, es el legado del que dirige el palio del amor, en recuerdo al fallecimiento de un ángel, que aún guardo en forma de relevos, en la funda de mi cámara de fotos; pues no encontré mejor sitio para inmortalizar el recuerdo, de esta memoria costalera.

Hilván y costura para zurcir una bata de cola, que con el impulso de dos niñas fue suficiente para ver un deseo cumplido y que hoy destaca poderosa, en la intimidad de la oscura trasera. Desde ese día el izquierdo se marca con un ole siempre, costaleras de volantes y andar flamenco, entendida esta forma, como sentimiento y arte. Costaleras costureras del amor hacia una Madre, capaces de tejer su primera chicotá al compás de Caridad del Guadalquivir.

Saben que es el momento de contener emociones, de aliviar tensiones, y disfrutar; porque es el momento de pasarlo bien, de demostrar el trabajo de cada ensayo y de recrearnos en el buen hacer costalero. Mano a la zambrana y muy corta la mecía, con esa información es suficiente, porque ellas ya saben como y de que manera lo tienen que hacer.

Y asomando ya el primer varal, Caridad está en la calle, para dar al necesitado, para ser el rezo del mayor y el asombro del pequeño, para ser sonrisa de la cría que debuta de aguaora, para calmar el desconsuelo del familiar del enfermo, para ser alivio de la angustia y desesperación del momento.... Para ti.. que tanto soñaste ser costalera de la Madre de Dios...

Gracias a todas y cada una de las personas que componen la cuadrilla Virgen de la Caridad que hace que cada momento sea mágico, único. Gracias por escribir el libro de frases célebres de esta ratona cuadrilla. Gracias por estar y recordar, no sois vosotras quien la elegís a Ella, es Ella quien os ha elegido a vosotras.

* La inspiración, de un carnavalero, cofrade y amigo Abuin, bajo la oscuridad del faldón. Entrada dedicada a las costaleras de la Caridad.