miércoles, 29 de septiembre de 2010

27 SEPTIEMBRE 2010

Tengo que reconocerlo, me puede y me pudo…
Quise ser la niña más guapa ese día, con mi tradicional camisa “blanca” (como mi abuela acostumbra en un acontecimiento tan importante), teniendo claro que sería Ella quien ocupara todas las miradas. Frente a su puerta incapaz de avanzar mucho más alto, procuré rezarle en la oscura madrugada y con más fuerza si cabe, al caer la tarde algo más cerquita, temblorosa de amor.
Porque sólo Ella sabe de verdades subjetivas u objetivas, relativas o absolutas. Hace tiempo aprendí que los que no quieren ser vencidos por la verdad son vencidos por el error. El domingo instantes antes de su paso, pedí perdón por acordarme de tóxicas amistades, de envenenadas lenguas capaces de comulgar con la maldad; pedí perdón por todos mis pecados y me prometí a mi misma que “Aumentaría mi fe”, sobre todas las cosas.

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