sábado, 19 de abril de 2008

Balance costalero

En la noche de ayer, viernes 18 de Abril, la Casa de Hermandad de la Lanzada se convertía en el escenario del segundo de los balances correspondientes a la Estación de Penitencia del presente 2008, habiendo tenido lugar el día anterior, el encuentro de la Junta de Gobierno y la Diputación Mayor con los hermanos de luz (nazarenos) y las hermanas que procesionaron ataviadas de mantilla, en un cortejo que a Dios gracias, se asienta progresivamente en número y responsabilidad.
Pero ayer, la cita no era otra que la de las mujeres costaleras de la Virgen de la Caridad, convocadas al análisis de la pasada salida procesional, a fin de establecer las pautas para próximas estaciones de penitencia, sopesar las mejorías que se produjeron (que las hubo, y muy notables) y por ende, aquellas actitudes (y aptitudes, que "de todo debe haber en la Viña del Señor") que deben ser limadas.

Más de una treintena de costaleras, junto al capataz general de la Hermandad, el capataz del paso de palio y su auxiliar, e igualmente, el Hermano Mayor, debatieron al respecto por espacio de 3 horas, tiempo más que suficiente para no dejar en el olvido nada, absolutamente nada de las 10 horas de tránsito público de este paso de palio.
La tónica general fue reconocer el buen trabajo de capataces y costaleras; la indudable "ayuda" prestada por la nueva disposición y mejora del montaje de las bambalinas y varales (gracias, Paco, Curro y Alberto, por esa dedicación) y los aspectos sobresalientes del recorrido. No se dejaron en el tintero, cuestiones como las distintas igualás, el devenir de los ensayos previos o la situación física de la costalera, terminada su labor bajo el paso.
Pero no me resisto a lanzar un aviso para navegantes; en una Casa de Hermandad, y entre hermanos, por mucha razón que se lleve, debe siempre moderarse las expresiones usadas. Sirva como apostilla; para todos...

La cuadrilla, con veintiuna estaciones de penitencia a las espaldas, decana del trabajo de la mujer costalera en Granada, ha asentado su ejercicio costalero, a todas luces. Fallos hay, pero quién puede presumir de la pulcritud absoluta; nuestra labor será corregirlos, aumentar, más si cabe, el número de hermanas bajo las trabajaderas y por supuesto, el reto más difícil (por eso es más ilusionante, más atractivo) que no es otro que concienciarnos todas, que nuestra labor como costaleras es un día al año, y el resto, somos HERMANAS, activas en los cultos, en las charlas de formación, en los cabildos generales y en la cooperación (¿que podemos cooperar, verdad?) para con esta Hermandad.Del balance, saquemos lecciones positivas que sabremos poner en práctica. Del deseo que tengo (hermanas costaleras, no costaleras hermanas), que se haga realidad. Y a todos, gracias por dejarse horas de empeño en la tarea.

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