martes, 10 de mayo de 2011

SIEMPRE POR DESENCLAVAR

Cuando todo el mundo enmudece y se hace patente el silencio, una voz desgarradora irrumpe impregnando de sentimiento y devoción lugares emblemáticos y esta estampa se nos presenta en Granada muchísimas veces a lo largo de nuestra Semana Grande. Los saeteros, cantan en honor a sus imágenes, siempre con un significado religioso que alude a hechos pasionistas en la mayoría de los casos. Este palo del folclore andaluz, no necesita de acompañamiento musical y se emplea en un tono dramático habitualmente por martinetes y seguirillas. No es un palo al alcance de cualquiera, por la capacidad musical e interpretativa de los cantaores y va en consonancia con el sentir espiritual del intérprete, de ahí a mi juicio, su dificultad de ejecución.. Este rezo en voz alta, se convierte en uno de los cantes andaluces mas bellos,es sin lugar a dudas la genuina voz de nuestra Semana Santa. Pero lo más bonito de la saeta, es que presenta caracteres propios siendo cada vez más numerosas las personas que salen a la calle a implorar a Dios y a su Virgen. El mejor piropo y la plegaria más sentida es aquella que interpreta esta oración sin más melodía que la del sentimiento y el fervor y que hace que todo el que pueda escucharla, tenga que echarse la mano al antebrazo para devolver a su sitio el bello erizado que produce tal género. Te puede gustar más o menos, pero una saeta bien cantada no deja a nadie indiferente, te magnetiza hasta el punto de sufrir con el cantaor y atender a la plegaría que expresa su voz quedando patente que el pueblo andaluz dice mucho con pocas palabras, en un lenguaje corto, directo, gráfico y expresivo. Bien lo dejó escrito San Agustín “Reza dos veces, quien bien canta”, Así era la saeta antigua tradicional: oración y catequesis del pueblo al aire libre, en plena calle y sin complejos.
Pero eso sí, en este término no vale todo, porque no cualquier aficionado al cante es capaz de trasmitir y afinar con este rezo, y lo que es un ejercicio de oración sentido se puede convertir en algo cuanto menos irrisorio e insostenible para cualquier persona que tenga un oído frente al otro. Así mismo me gustaría apuntar que ningún exceso es bueno, y sobrepasar la cantidad de saetas en según que sitios, te hace perder el hilo y por tanto no mantener la atención en aquello que escuchamos pero apuntando un poco más, finalizar diciendo que las saetas tampoco deben de paralizar el ritmo normal de la estación de penitencia, estaríamos perdiendo el sentido y con ello el significado de lo anteriormente expuesto.

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