Unas manos vencidas, un cuerpo aún erecto y la cabeza cabizbaja, para mirar a los suyos, a los que sufren bajo la más pesada parihüela de toda la Semana Santa de Granada, mira a los que siguen siendo sus pies, tras tempestades en cargos y mandatos, a aquellos que no dejan de sentir y no sienten si no es en el sitio oscuro pero privilegiado entre maderas robustas, y exceso de materia. El más callado costalero mira tras el grueso respiradero, y disfruta de las levantas bien recogías de regreso. Conoce que significa sufrir la trabajadera, analiza cada año su penitencia, y aún así no escatima en salud propia.
miércoles, 24 de marzo de 2010
EL SEÑOR...
Unas manos vencidas, un cuerpo aún erecto y la cabeza cabizbaja, para mirar a los suyos, a los que sufren bajo la más pesada parihüela de toda la Semana Santa de Granada, mira a los que siguen siendo sus pies, tras tempestades en cargos y mandatos, a aquellos que no dejan de sentir y no sienten si no es en el sitio oscuro pero privilegiado entre maderas robustas, y exceso de materia. El más callado costalero mira tras el grueso respiradero, y disfruta de las levantas bien recogías de regreso. Conoce que significa sufrir la trabajadera, analiza cada año su penitencia, y aún así no escatima en salud propia.
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