miércoles, 24 de marzo de 2010

EL SEÑOR...

Parece que de un momento a otro, va a alzar la mirada....Sencillamente impresionante. La imagen del Señor de la Lanzada, es poderosa, ni su valía artística, ni su potencial anatómico, ni su extremado realismo, sino Él, como imagen de fe y sentimiento. El pasado sábado, tuvo lugar el Vía Crucis de la Hermandad de la Lanzada, y no hay momento más emotivo, bajo mi humilde opinión, que ver cercano al Señor recostado, observando cada detalle de su cuerpo, disfrutando de una inquietud palpable en quien lo mira, incapaz incluso de no titubear al conversarle. El Señor de la Lanzada logra trasmitir todo, con su gesto poderoso.
Unas manos vencidas, un cuerpo aún erecto y la cabeza cabizbaja, para mirar a los suyos, a los que sufren bajo la más pesada parihüela de toda la Semana Santa de Granada, mira a los que siguen siendo sus pies, tras tempestades en cargos y mandatos, a aquellos que no dejan de sentir y no sienten si no es en el sitio oscuro pero privilegiado entre maderas robustas, y exceso de materia. El más callado costalero mira tras el grueso respiradero, y disfruta de las levantas bien recogías de regreso. Conoce que significa sufrir la trabajadera, analiza cada año su penitencia, y aún así no escatima en salud propia. A la cuadrilla de Hermanos de la Lanzada, mi máxima admiración, apoyo, y porqué no, envidia, por no poder portar al Señor mejor tallado, que pellizca el corazón, de ésta que le escribe cada año un poco más, y se retuerce de amor, por amor a Él.

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