Soy partidaria del costalero aficionado, pero aquella afición que es bien entendida, porque no es mas aficionado el que mas nombres de marchas sabe, o mas trabaja en una hermandad (con el tiempo que ello conlleva y no todo el mundo tiene), o de forma más graciosa cuenta batallitas varias en bares cofrades, ni siquiera es buen aficionado de esto, el que cree que sabe “mucho” y no es capaz de aprender de nada ni de nadie, ni el que quiere imponer su criterio por encima de los intereses generales de la cuadrilla. Parece que la afición se aprende fácil y la devoción se pierde poco a poco.
Lo que si tengo claro es que dicha aficción sin fe, para mi carece de sentido, y no porque cuando merman las fuerzas pienses en Dios y te haga elevarte al cielo (que también, en ocasiones, forma parte del necesario estímulo), o cuando descubres que los limites del esfuerzo costalero son insospechables, sino sencillamente porque sin la fe, nuestro trabajo costalero no tendría ningún sentido. Al menos, yo no me paro y me emociono, viendo como descargan palés del mercadona, cerca de casa, por buen trabajo "mercadonero" que se haga bajo los mismos, inmejorables levantás de pescado fresco que se tercien, y chicotás de frutas y verduras calle abajo. El papel del costalero no es más importante que el de cualquier otro hermano,(tampoco tienen que tener más obligaciones que el resto), por lo que darse aires de grandeza, pensando “ser más que nadie” es un completo error, que por desgracia se sucede repito...cada día más. El costalero debe ser humilde llamarse anónimo y apellidarse de Dios porque nadie debe ser costalero de tal o cual capataz, y cuando no esté "fulanito" tocando el martillo los pasos debieran seguir teniendo los mismos costaleros y demostrar la devoción a sus titulares..
El costalero debe ser un servidor, humilde, obediente, buen aficionado y devoto, esto hará que las hermandades crezcan poco a poco, y tengan sencillamente... Hermanos de verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario